La paradoja del buen orador.
Por Alberto Lindner.
Facility Manager.
Tener dominio de la voz y de la
escena, no nos convierte en buenos oradores. Debemos poder, entrar en el
mundo de las personas que nos escuchan, facilitarles procesos de
aprendizajes, crear nuevos mundos emocionales que les muestren nuevos
conocimientos y realidades.
paradoja nombre femenino 1. Dicho o hecho que parece contrario a la lógica. "perseguir la paz con la violencia es una extraña paradoja; la paradoja es que los denunciados son más honestos, legales y admirables que el pretendido mundo exterior, oficial y legalizado" 2. LIT Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones que aparentemente envuelven contradicción. "“nacer para vivir muriendo” es una paradoja" Fuente: Biblioteca de Google (2015) |
Una vez estuve en una conferencia, que realmente estuvo
impactante. La capacidad de comunicar del orador era impecable,
divertida y corporal. Sin embargo, al salir, alguien le preguntó a mí
acompañante:
- ¿Cómo estuvo?, preguntó
- Excelente, dijo ella
- ¿De qué trató?
- No sé bien, pero lo hizo excelente…
Tener dominio de la voz y de la escena, no nos convierte en buenos
oradores. Debemos poder, entrar en el mundo de las personas que nos
escuchan, facilitarles procesos de aprendizajes, crear nuevos mundos
emocionales que les muestren nuevos conocimientos y realidades.
La paradoja del buen orador es, que se es mejor orador, en la misma
medida en que nos convertimos en mejores escuchas. Porque hemos dicho,
que el que escucha es quien valida al orador, y en ello va la capacidad
de interpretar al público que lo escucha, al respeto que da el
reconocimiento del “otro”, y a entender al contexto.
Es por eso, que a partir de este año, los talleres que imparto de
Comunicación y Oratoria, tengan como base los conocimientos ontológicos
del lenguaje, en el saber escuchar. Escuchar es, percibir e interpretar.
La percepción se hace a través de nuestra biología, de nuestra realidad biológica, mientras que la interpretación se realiza por medio de nuestros valores, lo que hemos vivido, lo que pensamos y lo que las cosas son.
Vivimos en mundos interpretativos, (Echeverría, 2003), y en función a
ello, cada quién percibirá el mundo desde su propia realidad, en su
propio momento. Este enunciado, definitivamente es paradójico desde el
punto de vista de que el orador llega a un lugar a expresarse ante la
gente, no a ver desde donde escucha, y como lo interpretan.
Sin embargo, quizá este principio, venga a ser lo más importante para ser un buen orador:
¡debe aprender a escuchar primero…!.
¿Y cómo aprende a escuchar?
Pues según Echeverría, (2003), son cuatro los pasos o actitudes para desarrollar esta mega competencia, ellos son:
1. Verificar al escucha.
Le preguntamos al otro, si puede parafrasear lo que dijimos y así
observar en que cosas nos diferenciamos y que otras distinguimos como
iguales. Igualmente el que escucha, valida al orador desde su propio
mundo interpretativo. ¿Para qué hablamos?, pues para ser escuchados.
Esta serie de eventos hace que el “otro” sea reconocido como un valido
“otro” y desde allí, nazca la comunicación efectiva, tan importante en
organizaciones y en política.
2. Compartir inquietudes.
Cuando hablamos, lo podemos hacer desde un mundo de “intenciones”,
que no conducen al final a ninguna parte, o desde el mundo del compartir
aquellas cosas que nos inquietan y que juntos podemos diferenciar.
3. Indagar.
Se trata que al reconocer al otro, como auténtico, y entonces se
realicen las preguntas adecuadas para poder llegar a saber más del
orador. La indagación es como una “danza” de preguntas y respuestas. Es a
través de la indagación que podemos aprender de las cosas buenas que
sabemos hacer y su aplicabilidad en las organizaciones o en la vida
cotidiana.
4. Hacernos cargo de las brechas.
Si estamos en mundos interpretativos, y las cosas son como cada quien
las percibe, entonces podrá pasar que existan diferencias. Esas
diferencias en esta nueva comunicación ontológica es vista como brechas
que separan a dos que conversan. Desarrollar la escucha es hacerse cargo
de las brechas y disminuir los espacios que nos separan cuando nos
comunicamos.
El cerebro triuno
Otro aspecto del buen orador convertido en buen escucha, tiene que
ver con el manejo de los tres dominios ontológicos; el lenguaje, el
cuerpo y las emociones. Desde el conocimiento del cerebro triuno, (o los
tres cerebros del hombre), podemos entender que como una buena oratoria
no solo depende de la actitud, del manejo del cuerpo, del mensaje, sino
de lo que les hacemos sentir en un mensaje determinado.
Ya no se trata de hacerlo sentirse emocionado, olvidando el tema,
sino a través del tema, sentirse emocionado. Los mensajes que nos hacen
sentir emociones positivas, nunca serán olvidados y es a través de ellos
que recordaremos los mensajes. Allí radica la diferencia en la nueva
comunicación.
- El cerebro más antiguo es el llamado “cerebro reptil” y donde se alojan las reacciones corporales para la vida, y antes, para la supervivencia.
- El cerebro animal, o límbico contiene o genera las emociones primarias, aquellas que también observamos en animales desarrollados.
- Por último, el neo-cortex tanto en su lado derecho e izquierdo controla el lenguaje y es desde allí, que podemos distinguir afirmaciones, declaraciones y juicios. La palabra es transformadora y genera acción. El buen orador debe saberlo también, y hacerse responsable por lo que dice y a quién lo dice.
El nuevo orador, ya constituido con una mejor capacidad para
escuchar, (lo que lo hace así mismo, aprender a ser humilde…), aprende a
manejar coherentemente sus tres dominios y los reconoce funcionando
desde su cerebro triuno.
Conclusión
El buen orador, ahora, es capaz de entender el poder de la palabra, y
construye ideas y conceptos, en función de la validación de quien lo
escucha y en sintonía absoluta con la capacidad que solo se desarrolla
desde la humildad del que aprende a ser mejor cada día, en cada evento,
en cada mensaje, en cada mirada, en cada lágrima.
El nuevo líder, no entrega la carreta para que alguien se desplace;
se monta en la carreta y tira del caballo, acompañando al pasajero en su
desplazamiento.
Recomiendo leer, también
- Echeverría, Rafael. (2003). La Ontología del lenguaje. Editorial Sáez: Chile. Recuperado en Sept. 2014 y disponible en pdf en, https://www.google.co.ve/webhp?source=search_app&gfe_rd=cr&ei=5nYpVKjLJMXd8gfB3oGQDw&gws_rd=ssl#q=echeverria+ontologia+del+lenguaje+pdf
- Lindner, Alberto. (2014) Todo es cuestión de aprender a escuchar. Disponible en,http://facilitymanager.blogspot.com/2014/11/todo-es-cuestion-de-aprender-escuchar.html
- Lindner, Alberto. (2015) Aprender, Observar, escuchar, Indagar y conversar Disponible en: http://facilitymanager.blogspot.com/2015/02/aprender-observar-escuchar-indagar-y.html
- Maturana, Humberto. (2014) Semblanza en wikipedia. Recuperado en Sept. 2014 y disponible en http://es.wikipedia.org/wiki/Humberto_Maturana
Nota: “escuchador” no
existe en el diccionario. Oir es oidor, como ver a veedor. Hablar es a
orador, como la escucha es a ¿“escuchador”?
Publicadas por Facility manager a la/s 4:46 p. m.
martes, marzo 17, 2015
Facility manager
Alberto Lindner, Profesor Asociado de la Unimet y de postgrado de la
Ucab. Consultor de cambio organizacional y de Gestión del Conocimiento.
Gerente de construcción e inmobiliarios, Perito Avaluador y Corredor
Inmobiliario.
En Twitter:
Alberto Lindner. @AlbertoLindner
Consultor Artesano, profesor de pregrado en la Universidad
Metropolitana y de postgrado en la UCAB. Arquitecto de origen, desde el
82. MBB en ICCA
Caracas, Venezuela. facilitymanager.blogspot.com
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Fuente: Facility Manager
Imagen: (Jared Steinman photo). Speaker in front of audience.
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